12 de Noviembre natalicio de Sor Juana

Evocación a Sor Juana en su cumpleaños

Sor Juana y Quevedo...todo se puede decir

Las palabras eran perlas con las que podría hacer collares, ladrillos con los que construiría castillos, lodo con el que fabricaría personas...

Sor Juana precursora de la nueva mujer I

La palabra de sor Juana se edifica frente a una prohibición…Su decir nos lleva a lo que no se puede decir...

Sor Juana precursora de la nueva mujer II

Curiosa irredenta, estudiosa del mundo que le tocó vivir, poeta, mujer misterio, fiel a su vocación

Mujeres inconvenientes, sin centavear

Su producción literaria se caracteriza por su sinceridad y fuerza, que alcanzan tonos desconocidos de sus contemporáneos

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25 de febrero de 2013

Sor Juana, entre la consagración celestial y la condena apocalíptica


Sor Juana, entre la consagración celestial y la condena apocalíptica

3 de febrero de 2013

Ana de la Reguera será Sor Juana Inés de la Cruz en la pantalla grande

Ana de la Reguera dará vida a la Décima Musa

9 de diciembre de 2012

Revista Alta Gastronomía: Sor Juana

Revista Espejo Humeante: Mitos y símbolos en Sor Juana

6 de agosto de 2012

Revista Algarabía, Mujeres: sexismo y liberación

AlgarabíaPocket 3
Fascículo de colección
mayo-julio 2012 año 1


2 de agosto de 2012

Revista Nexos: Ángeles Mastretta, Loas y caos sin una biblioteca (extracto)



Exquisito texto de la siempre genial Ángeles Mastretta, publicado en la revista Nexos.Si ella descubrió a sor Juana en secundaria, yo la leí a ella a placer en la preparatoria.











La poesía es un consuelo venga de donde venga. Tengo también a Lope y a Quevedo. En cierto modo a Góngora porque tengo a sor Juana que a mí me gusta más. A sor Juana, aquí cerca, muchas veces encima del escritorio, para robarle un adjetivo o responderle con sus propias palabras: “oyendo vuestras canciones / me he pasado a cotejar /cuán misteriosas se esconden /aquellas ciertas verdades / debajo de estas ficciones”. Ocurrencias así, hasta en los “Autos y Loas” donde uno diría que no se entiende mucho de nada. Pero en donde todo suena a todo y cada todo es excepcional. Gran lugar común que un tiempo no lo fue y ahora no mucho se frecuenta: la querida monja. Yo con ella sí puedo decir que he estado desde siempre, porque a los catorce años me sedujo con las contradicciones que en su ánimo provocaban Feliciano y Lisardo, Fabio y Silvio. Recuerdo lo que fue leerla por primera vez, en un libro de literatura para segundo de secundaria. Me acuerdo hasta del tono que había en la luz de esa mañana en el colegio. Siempre fui como de otro siglo, para eso de contar los amores. Aunque no me hubiera gustado vivir en tiempos de sor Juana. ¿A quién? Del pasado los libros y los sueños, a mí que me dejen el presente para tirarlo a diario por la ventana de los diarios. Para curarme con aspirinas los daños y los riesgos. Para venerar a la Sor sin vivir en su convento. 


Texto completo en: http://www.nexos.com.mx/?P=leerarticulo&Article=2099364

Fecha de publicación: 01/07/2011

17 de julio de 2012

Revista Letras Libres: Lágrimas en la lluvia


TERTULIA

AS TIME GOES BY

 

Por José de la Colina

Revista: Letras Libres

Revista Letras Libres: La loa de Juana Inés

24 de junio de 2012

Revista Letras Libres: Jerónimas exportables

Jerónimas exportables

La orden monacal de las jerónimas, a la que perteneció Sor Juana, tiene una historia apasionante, al tratarse de la única congregación que nacióen la Nueva España y de aquí creció hacia Europa. Zaid estudia esta singular orden, sus reglas y sus repercusiones en la obra de la Décima Musa.
Noviembre 2011 | Tags: 
La amplitud de horizontes de Sor Juana viene de su inteligencia y sus lecturas, de San Jerónimo y de Isabel de Guevara, fundadora de las jerónimas en México. Debemos al poeta Joaquín Antonio Peñalosa fructíferas pesquisas que recogió en su libro Alrededores de Sor Juana Inés de la Cruz (Universidad Autónoma de San Luis Potosí, 1997). Tuvo la buena idea de visitar el convento de las jerónimas de Madrid y descubrió que provenían de México, del mismísimo convento donde estuvo Sor Juana. Le permitieron transcribir veinte documentos sobre la fundación, casi todos de 1584 a 1602.
El libro reproduce también las constituciones de la vida del convento, en facsímil de la única edición conocida (México, Herederos de la Viuda de Bernardo Calderón, 1702); así como facsímil de una edición encargada por el convento (México, Herederos de la Viuda de Francisco Rodríguez Lupercio, 1707) de la llamada Regla de San Agustín, en la cual se inspiran; aunque las jerónimas no dependieron nunca, ni dependen, de los agustinos. Reproduce, por último, tres ceremoniales litúrgicos (de hacia 1650, conservados en The Hispanic Society of America) que se usaban para tomar el hábito, profesar y ser enterradas.
De la documentación resulta algo notable: que la fundación del convento en México no se hizo desde España; y que, por el contrario, las jerónimas mexicanas abrieron casas en España. Actualmente, las dos congregaciones jerónimas de origen mexicano (Jerónimas de la Adoración y Jerónimas de Puebla) tienen casas en México, Venezuela, España, Italia y la India, cuyas direcciones y teléfonos pueden localizarse en Google.
Jerónimo de Estridón (347-420), un ermitaño dálmata y cosmopolita, venerado como santo por católicos, ortodoxos y anglicanos (y como santo patrón de la Federación Internacional de Traductores), fue un gran escritor, traductor y filólogo. Es el creador de la biblioteca que hoy circula como un libro, aunque la Biblia no es un libro, sino medio centenar de libros escritos a lo largo de un milenio. Su obra integró en latín las escrituras cristianas, con traducciones (casi todas suyas o revisadas por él) del hebreo y el griego, tomando en cuenta documentos en arameo, árabe y sirio. Desde el siglo XIII fue llamada la versio vulgata (la traducción de uso común) o simplemente la Vulgata. En 1546 fue declarada canónica por el Concilio de Trento.
Paralelamente, quizá por iniciativa de Santa Paula (una discípula romana muy inteligente y culta, que apoyaba y financiaba sus proyectos), San Jerónimo fundó en Belén (donde vivió desde 386) dos monasterios, uno de hombres y otro de mujeres, que no tuvieron la permanencia de su obra literaria. No se sabe cuándo desaparecieron. Tampoco, si tuvieron constituciones y reglas escritas. Lo cierto es que la Orden de San Jerónimo (OSH) fue creada un milenio después (1373) a partir de cero, por iniciativa de laicos que lo admiraban como figura ejemplar y hacían vida de ermitaños, cada uno en su propia ermita. Hasta que decidieron vivir en comunidades enclaustradas, dedicados a la oración, la penitencia, el estudio, el silencio y el trabajo, sin actividades externas, fuera de recibir hospitalariamente a los peregrinos de paso, como los monasterios de Belén. En 1374 se creó la rama femenina.
Hubo conventos jerónimos sobre todo en España, aunque también algunos en Italia y Portugal. Entre los españoles destacan el Real Monasterio de Santa María (en Guadalupe, Cáceres, Extremadura), donde estuvieron muchas veces los Reyes Católicos y hay cuadros de Zurbarán alusivos a la historia de la orden; el Real Monasterio de San Jerónimo (en Yuste, Cáceres, Extremadura), donde Carlos V se retiró para morir, después de abdicar; y el Real Monasterio de San Lorenzo (en El Escorial, Madrid) que mandóconstruir Felipe II.
Extrañamente, no fundaron conventos en América. Lo lamenta fray Joséde Sigüenza en su Historia de la orden de San Jerónimo, escrita entre 1595 y 1605:¿
Sólo deseo se considere cuán poca ansia tuvo esta orden, ni sus religiosos, en dejar raíces en aquellas partes donde con tanta facilidad pudieran, teniendo el poder y la mano, edificar conventos y dilatar su nombre y su memoria [cita de Peñalosa, verificable en Google Books].
Sigüenza era un jerónimo cercano a Felipe II, que lo nombróbibliotecario del Escorial. Su lamento dice muy claramente que los jerónimos pudieron fundar conventos en América, pero no tuvieron interés; aunque hubo jerónimos enviados para recoger limosnas y aun gobernar transitoriamente, como sucedióen Santo Domingo; y aunque el jerónimo fray García de Santa María Mendoza y Zúñiga (prior del convento del Escorial) fue nada menos que arzobispo de México, de 1600 a 1606.
HernánCortés era extremeño y devoto de la Virgen del convento de Guadalupe en Extremadura, como otros conquistadores de América que difundieron esa devoción (lo cual facilitó que el culto de las apariciones en México se extendiera por el continente). Y entre los criollos se volvió costumbre “que en todos los testamentos había de hacerse constar la llamada manda forzada para el sostenimiento de Guadalupe en España”, según Carlos G. Villacampa, La Virgen de la hispanidad o Santa María de Guadalupe en América (citado por Peñalosa).
Pero, en México, muchos empezaron a canalizar sus limosnas a la Guadalupe del Tepeyac, y el “sostenimiento de Guadalupe en España” fue disminuyendo. Fray Diego de  Santa María, procurador del monasterio guadalupano español, estuvo en México y lo constató; por lo cual propuso a Felipe II en una carta del 12 de diciembre de 1574: “Si Vuestra Majestad fuese servido, en esta ermita [del Tepeyac], trasladándola a un buen sitio, se podría hacer un monasterio de la Orden” jerónima. A los tres meses reiterósu propuesta. Sorprendentemente (por el favor de que gozaban los jerónimos y porque en Felipe II pesaba la opinión de Sigüenza, su amigo y biógrafo), el rey no respondió. Peor aún, el 13 de marzo de 1576 expidióuna cédula donde ordenóal virrey de la Nueva España, Martín Enríquez de Almansa, que no permitiera la creación de un monasterio jerónimo bajo ningún pretexto (según Almudena Laguna, “Las Jerónimas de la Adoración”, en Studia Hieronymiana, citada por Peñalosa). Es de suponerse que los mexicanos grillaron a Su Majestad. Ramón Cota Meza (“Guadalupe fiscal”, El Universal, 12 de diciembre de 2006) detalla posibilidades.
No entiendo si la prohibición se refería únicamente a que el convento se pusiera en el Tepeyac; o a que fuera una “sucursal”con derecho a recoger las limosnas guadalupanas para España; o a que fuera un monasterio de hombres, como el de Extremadura. En todo caso, nueve años después, Pedro Moya de Contreras (arzobispo de México de 1573 a 1591, virrey transitoriamente en 1584-1585 y  organizador del decisivo III Concilio Mexicano de 1585) autorizóen 1585 la fundación de un monasterio de mujeres, inspirado en la orden de las jerónimas, pero independiente de España (enmarcado en su propia autoridad episcopal, facultad que le concedióel papa Gregorio XIII). Y, por supuesto, no en el Tepeyac.
Entre las razones que dio el arzobispo para atender de inmediato la solicitud de “la muy magnífica y muy devota doña Isabel de Guevara, hija legítima de los muy magníficos don Diego de Guevara y doña Isabel de Barrios” es que “Nos, movidos e inclinados a tan piadoso y santo celo, y considerando la grande copia [cantidad] de doncellas que hay en esta ciudad que carecen de posibilidad y dotes para casarse conforme a la calidad de sus personas”... (documento 5). Quizáera el caso de la fundadora, porque en los documentos aparece Diego de Guzmán como marido de su madre, sin mayores explicaciones. La situación recuerda que Sor Juana no tuvo posibilidades de casarse bien.
Cabe suponer que la joven Isabel supo de los conventos de jerónimas por los frailes que estuvieron en México; que se entusiasmó con el proyecto de crear algo semejante; y que, decidida a patrocinar la fundación con sus propios recursos (que no eran muchos), entusiasmó a otras veinte jóvenes y al arzobispo. Le pidió ayuda: monjas experimentadas que las orientaran; y les asignó cuatro concepcionistas mexicanas por tres años. También entusiasmó a su hermano Juan para comprar (a crédito de seis años, que no pudo pagar oportunamente) unas casas que arreglócomo convento, donde tomólos hábitos con sus compañeras en 1585, profesóen 1586 y fue elegida priora por unanimidad (menos su propio voto) en 1590. Es el convento de San Jerónimo donde estuvo Sor Juana un siglo después, de 1668 a 1695.
Isabel de San Jerónimo (nombre que adoptó) promovióla fundación de otros dos conventos: el de San Lorenzo, también en la ciudad de México (1598), y el de San Jerónimo en la ciudad de Puebla (1600). Asombrosamente, no existe una biografía de esta mujer notable, que ni siquiera  aparece en el Diccionario Porrúa. Hay algunos datos enwww.jeronimasdelaadoracion.com, pero el año de nacimiento, evidentemente, es erróneo. No puede ser 1570, porque resultaría que organizó todo a los quince años y fue priora a los veinte. En el documento 10 está claro que el papa Sixto VI había estipulado “que la priora debería tener un mínimo de treinta años”. O sea que nació antes de 1561. Murió el 3 de marzo de 1618.
Todos los conventos europeos sufrieron las consecuencias de la Revolución francesa. En España, los conventos jerónimos de hombres (medio centenar, con un millar de monjes, según la Wikipedia, Hieronymites) fueron suprimidos por el gobierno en 1835. En México, todos los conventos (de hombres y de mujeres) fueron expropiados por las Leyes de Reforma. Las jerónimas fueron exclaustradas en la noche de Navidad de 1862 y tuvieron que alojarse con sus familias o con otras familias que las recibieran. Presionaron, y pudieron volver el 17 de mayo siguiente; hasta que el 6 de abril de 1867 las sacaron de nuevo. El presidente Porfirio Díaz les permitió volver. Pero empezó la Revolución, con su secuela de robos, violaciones y asesinatos. Huyeron en 1926.
A diferencia de los frailes (franciscanos, dominicos) que andan por el mundo y pueden ser enviados de un convento a otro, los monjes de clausura estricta no salen para nada. Sin embargo, fue común que tuvieran servicios adjuntos: hospederías, dispensarios, enfermerías, orfanatorios, escuelas para niños pobres, panaderías, viñedos y expendios de sus productos. Algunos prosperaron tanto que los más radicales se fueron a lugares totalmente incomunicados. No entiendo cómo los jerónimos actuaron de hecho como frailes y salieron a diversas comisiones apostólicas desde el siglo XVI. Quizá cambiaron sus constituciones.
En el caso de las jerónimas mexicanas, quizá el desalojo violento las orientó al servicio social. Es de suponerse que siguieron atendiendo sus escuelas de niñas y otras obras fuera del convento, mientras pudieron. Y que en las nuevas constituciones de las Jerónimas de la Adoración formalizaron eso que ya había empezado. Definen como su principal dedicación “la adoración a la Santísima Eucaristía” y “la educación cristiana de los jóvenes”.
Las jerónimas españolas siguen dedicadas a la vida enclaustrada en diecisiete monasterios. De los monasterios de hombres quedan dos: el de Yuste y el de Santa María del Parral en Segovia; donde no hay más que once monjes, según www.catholichierarchy.org. Pero esa página no registra el de San Matías, cerca de Barcelona (www.jeronimes.net). De cualquier manera, está claro que los monasterios de hombres no han logrado recuperarse de la persecución del siglo XIX que los extinguió de 1835 a 1925.
Las mexicanas resultaron muy emprendedoras ante la adversidad. Sufrieron tres persecuciones: la de Juárez, la de Carranza y la de Calles. Finalmente, decididas a no abandonar su vocación, se fueron a España, donde tuvieron la suerte de encontrar a María Ballesteros Paredes, una española nacida en México, que las alojó en su casa de Carrión de los Condes y luego les dio su Quinta Ballesteros, cerca de Gijón, para establecerse formalmente. Manuel Diego Sánchez, que editó un Epistolario inédito de Francisca del Valle con María Ballesteros, incluye varias anotaciones sobre las jerónimas mexicanas que pueden leerse en Google. Llegaron a Carrión el 24 de noviembre de 1926, se instalaron en la quinta el 20 de marzo de 1928 y, a partir de ahí, se extendieron por España y por el mundo. ~

Revista Nexos: Ángeles Mastretta, Sor Juana siempre viene a cuento


Fecha: 01/06/2012


FUENTE
http://www.nexos.com.mx/?P=leerarticulov2print&Article=2102716 
Con ajenos pensares
Ángeles Mastretta
Uno convive con los escritores muertos como si estuvieran vivos. Vienen a nuestra casa y se instalan a conversar de todo. Quizás no de la república, pero sí de que el volcán Popocatépetl echaba fumarolas cuando nació Sor Juana, mientras que Amado Nervo nunca lo vio sino quieto.

En el hermoso y encantado libro con que Nervo volvió a poner a Sor Juana en el ánimo de los desmemoriados mexicanos, dos siglos y medio después de su nacimiento, cita al padre Calleja, su primer biógrafo, cuando describe que ella nació cerca de “dos montes que no obstante lo diverso de sus cualidades, en estar cubierto de sucesivas nieves el uno, y manar el otro perenne fuego, no se hacen mala compañía entre sí”. Después, en un pie de página, Nervo comenta cuán raro le parece que apenas dos siglos atrás el volcán estuviera en actividad constante. No sabía él que un siglo después de su asombro estaríamos, nosotros, viendo brotar fuego y cenizas, no siempre ahí cerca, pero sí todas las noches, en un aparato que tal vez él, curioso y deslumbrado por las rarezas del mundo, encontraría cosa del cielo, porque da “la ilusión de una proximidad emocionante”. Como la que él sintió bajo el aire de Nepantla, la primera vez que ahí estuvo, “vagando entre los campos anegados de luna”.

Las cosas que podía escribir Nervo en elogio de un mundo que ya no sabemos nombrar así, porque le hemos tomado muchas fotos. Yo no sé cómo describir la emoción que provoca el volcán alardeando de brutal frente a un mundo que lo mira temiéndole menos que a otros fuegos.

Hace apenas un siglo, Nervo escribió deslumbrado por Sor Juana y la elogió como hacía mucho tiempo que no sucedía.

Hoy nos resulta normal que se hable de la monja como un ser excepcional cuya mente ayudó a formar “el alma de la Patria e hizo que se destacara poco a poco la individualidad de la misma”.

¿Quién se atrevería ahora a hablar así de quienes forman la idea, el pensamiento, la individualidad de nuestro país? Conmueve leer a Nervo hablando de nuestra patria, ya nadie habla aquí de la Patria, así, con mayúscula. Ahora es México, el México que querríamos, no el que tenemos, el México con un futuro indeciso, el México del desencanto y muchas veces del miedo. ¿Quién diría de unos jóvenes militares, de éstos que mueren porque sí, porque nadie, lo que escribió Nervo para los Niños Héroes?

Descansa, y que tu ejemplo persevere,
que el amor al derecho siempre avive;
y que en tanto que el pueblo que te quiere
murmura en tu sepulcro: “¡Así se muere!”,
la fama cante en él: “¡Así se vive!”.


Esta pasión de Nervo y Sor Juana por su país, ya no se dice así.
Escribió Sor Juana elogiando un huerto de la Nueva España en que le tocó vivir.

Pues si las flores le aclaman
Razón es que mi fineza
Ayude a su aclamación 


Están los poetas sobre mi escritorio y andan aquí diciendo lo que se me ocurre al leerlos.
A propósito del volcán, hablamos del fuego. Y dijo Juana de Asuaje, como afirman que debería escribirse.

Que el Cielo todo en llamas encendido
De improviso a la tierra se ha venido
Y es tan crespo el volumen de centellas,
¡Que son rasgos el Sol, Luna y Estrellas!


Rasgo el sol, comparado con el volcán echando luces. Sin duda. De qué manera viene a cuento. Sor Juana siempre viene a cuento. Es cosa de llamarla. Y esto mismo creyó Nervo.

Todo yo soy un acto de fe.
Todo yo soy un fuego de amor.


Lo recitaba mi abuela que era memoriosa y aprendió de joven toda esta poesía, lo que entonces era como aprender canciones. Yo conocí de Nervo escuchándola decir.

Al reventar el alba del día que me quieras,
tendrán todos los tréboles cuatro hojas
[agoreras


Nervo tiene frente a los tres tomos que están en mi escritorio, con las obras completas de la monja, una reverencia compartida conmigo. Supo que genios como ella no se dan todos los siglos y dijo con sencillez, al presentar el libro con sus reflexiones:

En este libro casi nada es propio:
con ajenos pensares pienso y vibro,
y así, por no ser mío y por acopio,
este libro es quizá mi mejor libro.

Busco en el tomo dos, el de los Autos y Loas, algo con que corresponda la monja. Y encuentro lo que podría ser su elegante agradecimiento:

Salgan signos de la boca
de lo que el corazón arde
que nadie creerá el incendio
si el humo no da señales.


—Tiene razón, diría el volcán.
—Siempre la tiene, digo yo.
Desde el pequeño libro blanco dedicado a honrarla, dice Nervo: “Para un cerebro tan límpido como el suyo fue posible estudiar tanto y cosas tan varias al mismo tiempo, porque el poder de su ingenio bastaba de sobra a discernirlas y diferenciarlas”.

Vuelvo a Sor Juana para dar las gracias y ella responde con un guiño:

Quien vive por vivir sólo
sin buscar más altos fines,
de lo viviente se precia
de lo racional se exime;
y aun de la vida no goza:
pues si bien llega a advertirse,
el que vive lo que sabe, sólo sabe lo que vive.


—Madre, qué honda y acibarada elocuencia la vuestra, dice Nervo en su libro.
Y yo creo que ella estaría contenta de encontrar en otro poeta el reconocimiento que muchos le negaron por envidia. Y podría contarnos esto que escribió para explicarla: “Y así como ninguno quiere ser menos que otro, así ninguno confiesa que otro entiende más, porque es consecuencia del ser más. Sufrirá uno y dirá que el otro es más noble que él, que es más rico, que es más hermoso; pero que es más entendido, apenas habrá quien lo confiese…”.
—Habéis de ser admirable en todo. Hasta en cómo nombrar la envidia, dice Nervo.
—También usted supo de aclamación y envidias, le digo yo al delgadísimo Amado Nervo.

Y hojeando a la Sor le comento:
—Cuando murió lo lloraron multitudes y hubiera podido decirse de él lo que usted dijo del rey Carlos II, hemos de entender que porque así obligaba el tiempo, y no porque fuera del todo verdad sino porque además de ser preciso rimaba de manera tan hermosa que fue menester decirlo y decírselo a quien fuera:

El Agua pula cristales
la Tierra ostente matices
el Viento soplos aliente,
el Fuego luces avive:
¡Agua, Tierra, Viento y Fuego!
Todo a sus plantas se rinde


Cierto. Todavía en los años cincuenta del siglo XX, los adultos lo citaban a propósito de todo. Ni se diga el “Albor de un idilio”. Recuerdo, por ejemplo:

Nos amamos los dos intensamente,
aunque nunca lo digan nuestros labios.
¿Para qué ir a buscar las expresiones,
si tanto nos decimos al mirarnos?


O este otro:

Quisiera ser el rayo transparente
de la luna plateada y misteriosa,
para besar tu nacarada frente
en medio de la noche silenciosa. 


Aún ahora, cuando enardecen las cantinas, nunca falta el valiente que alza su copa para decir “Cobardía”, su poema más célebre.

...Pero tuve miedo de amar con locura,
de abrir mis heridas, que suelen sangrar,
¡y no obstante toda mi sed de ternura,
cerrando los ojos, la dejé pasar! 

—Triste, difícil y contagioso, le digo a la Sor, para seguir en la tertulia, mientras busco en su segundo tomo algunos de mis versos preferidos:

Si arde el mar, ¿qué hará la tierra?
Si el agua, ¿qué harán las flores?
Si los peces, ¿qué los brutos?
Si las ondas, ¿qué los montes?
Si la espuma, ¿qué la hierba?


Se vuelven divertidas las reuniones que hacen, sobre la mesa de mi estudio, los grandes escritores.

Sor Juana y Nervo pasaron hasta la medianoche hablando de sus coincidencias. Del tiempo, de la muerte, del desamor y el agua, del pasado y el miedo. De la escritura.
Nervo estaba feliz. Yo, ni se diga. Sucede con los poetas lo mismo que con los acróbatas, sólo el que ha intentado danzar como ellos sabe el tamaño de la dificultad que esconde la aparente textura fácil de un verso.
Dijo Nervo:

Por esa puerta huyó diciendo: “¡nunca!”
Por esa puerta ha de volver un día...
Al cerrar esa puerta dejó trunca
la hebra de oro de la esperanza mía.
Por esa puerta ha de volver un día. 

—¡Bravo maestro! ¡Viva la esperanza!, dije yo más borracha que ninguno.

Diuturna enfermedad de la esperanza
que así entretienes mis cansados años
y en el fiel de los bienes y los daños
tienes en equilibrio la balanza; 


Escribió la Sor que tiene para todos. Nervo aplaudió y yo caí rendida con estos cuatro primeros versos de un soneto que no me conocía.

—Se acabó, dijo el tomo de Sor Juana cerrándose porque es grueso y no lo detuve. Así que la “Lírica Personal” se quedó muda.

Antes de irme a dormir, les dije de memoria dos líneas que me sé como si fueran una lección de siempre. A propósito del llanto y las pasiones, escribió Juana Inés hace mil años, cuando yo tenía quince:

Porque va borrando el alma
lo que va dictando el fuego. 


Ángeles Mastretta. Escritora. Autora de MaridosMal de amoresMujeres de ojos grandes y Arráncame la vida, entre otros títulos.


10 de febrero de 2012

Revista Algarabía: Amor de convento, a sor Juana se le quema el rompope por la virreina

Revista Albarabía Extra: Intimidades de los famosos
El otro lado de la historia
Núm 1, Año 1, Noviembre - Diciembre 2010

31 de enero de 2012

Revista Nexos: Si sor Juana tuviera Facebook

03/01/2011
Si sor Juana tuviera Facebook
Claudia Calvin Venero ( Ver todos sus artículos )
El siguiente ensayo traza las pautas de una agenda pendiente en la nueva supercarretera de la información: el acceso y el papel de la mujer en el mundo digital

26 de noviembre de 2011

Revista Relatos e Historias en México: Juana Inés de Asbaje, "Yo la peor del mundo"

Fuente: Revista Relatos e Historias en México. Año 11, número 14, Octubre 2009. Escrito por Mónica Lavin

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